domingo, 27 de enero de 2013

El peligro de una sola historia

Hay ocasiones en que, muchos de nosotros, tendemos a opinar sobre temas en los que apenas hemos dedicado tiempo para empaparnos del mismo. Es algo que en los tiempos que corren, pasa cada vez más entre los periodistas y estudiantes del gremio, e incluso en el ciudadano de a pie, que tiene su voz  y voto particular para dar su versión sobe un tema que se le presupone lejano a sus conocimientos.

África es un ejemplo claro. El hambre que sufre el continente desde hace siglos es algo que está en boca de todos, pero...¿se sabe algo más de ese continente? ¿Sabemos que en Mauritania, además del golpe de estado que hubo, sigue existiendo la esclavitud? Y de nuevos vecinos del sur...¿qué sabemos de Marruecos realmente, aparte de la situación del sáhara, si solo conocemos la versión saharaui? ¿Sabemos que en Senegal, solo un 15% de las niñas asisten a la escuela secundaria? ¿y que solo 6 mujeres adultas de cada 10 hombres están alfabetizadas?

Si solo escuchamos una historia sobre una persona o un país, corremos el riesgo de caer en una incomprensión grave. En temas delicados que requieren de fuentes fiables para llevar a cabo la investigación, se necesita no solamente una opinión exterior, válida en muchos casos, sino también el hecho de poder haber estado allí para aportar un conocimiento y una opinión más creíble y cercana...más periodística.

Contar historias es algo que requiere tiempo, comprensión, esfuerzo y sobre todo dedicación. Contar tu propia versión de la historia, según te la han ido contando, no tiene por qué ser considerada como la historia definitiva. El periodismo de hoy, debe escucharlas todas para poder llegar a construir la realidad. Desde luego que siempre habrá pedantes o maestros del bostezo que pretendan iluminar al resto con su conocimiento divino...como también habrá siempre gente dispuesta a llevar a todo el que le interese, una historia con pelos y señales, con datos, hechos y evidencias que demuestren su existencia, sin caer en los clásicos estereotipos de siempre.

José Luis Rivas Senac

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