La crisis de los
medios de comunicación es algo anterior al comienzo de la crisis
económica que copa toda nuestra realidad actual. Los nuevos modelos
informativos van desplazado poco a poco a los tradicionales pero
también el criterio de la rentabilidad hace que los cambios sean en
ocasiones demasiado drásticos y profundos. El presupuesto destinado
a la Corporación de RTVE se ha visto reducido de forma considerable
y el modelo de televisión pública estatal está en la cuerda floja.
El ejemplo de actualidad es la situación que vive TeleMadrid.
Después de transformarse en órgano de promoción y en altavoz de la
señora Esperanza Aguirre, su audiencia, sus contenidos y sobre todo,
su credibilidad se han resquebrajado hasta dejar de ser lo que un
medio público debe ser y ya no representa a los madrileños. Es
triste sí, pero más triste es lo que se está viendo: la redacción
está dividida en bueno y malos, “los que hacen las cosas como yo
digo” y los que defendiendo el medio y sus derechos como
trabajadores y comunicadores se han plantado y no pasan por el aro
del gobierno madrileño. TeleMadrid está al borde del abismo y el
despido de 925 trabajadores ha puesto la voz de alarma y el debate
sobre qué hacer con el medio. ¿Debe seguir siendo un medio de
titularidad pública? ¿Es la privatización la mejor salida? ¿Son
rentables en los tiempos que corren este tipo de medios de
comunicación? ¿Se debe defender el modelo público o por el
contrario, es algo que ya no merece la pena?
La Ley 17/2006
sobre la radio y la televisión de titularidad pública, establece
que este tipo de medios deben regirse por el criterio de servicio
público, trabajar con independencia, neutralidad y objetividad y
atender a fines sociales, educativos e integradores. Los medios
públicos garantizan (en la teoría) la representación de la
sociedad, dando cabida a todos los sectores y grupos que la integran.
Ahora más que nunca
es necesaria esa televisión y esos medios de titularidad pública
ya que son el garante de que los ciudadanos van a encontrarse
reflejados cuando miren la televisión o cuando escuchen la radio. Se
necesita que el medio público recupere la credibilidad de los
usuarios, cualidad que en los últimos año se ha visto dañada de
forma considerable. Es imprescindible un renacimiento y una
desvinculación con la política o los intereses comerciales. En mi
opinión, los medios públicos garantizan el acceso y la cobertura de
los tres pilares básicos de un medio: informar, entretener y sobre
todo, formar. Y esto es algo por lo que merece la pena luchar: por
sacar a los medios de esa especie de aura, de esa concepción del
“todos son iguales” y del “solo quieren tenernos entretenidos
para que no pensemos en otras cosas”. Los medios públicos son los
que pueden dar un giro a ese pensamiento y posicionarse como lo que
son: los líderes de la opinión pública y aquellos que representan
a todos y cada uno de los que vemos y oímos lo que de esos medios
sale.
Desde mi punto de
vista, el modelo de medio público debe defenderse y es algo que
merece la pena tener. Y no solo debe defenderse, debe reconstruirse
desde dentro. Actualmente, la profesión se encuentra muy dañada
por varias razones, una de ellas es la descalificación que los
medios sufren constantemente (lo cual en ocasiones está más que
justificado). Ese resurgimiento debe empezar desde dentro pero
también con ayuda de los ciudadanos que debemos ser partícipes de
la creación de nuestra televisión y nuestros medios. Porque la
palabra “PÚBLICO” remite a nosotros: a todos.